Ciudadanía digital, elemento clave de la formación ciudadana

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¿Qué medios han utilizado los jóvenes para participar en el debate acerca de la ley de despenalización del aborto? ¿Cómo se harán presentes en las próximas elecciones municipales? Las dudas son especialmente pertinentes, a pocos días que se haya promulgado la ley que crea el Plan de Formación Ciudadana para el sistema escolar.

En el mediano plazo se creará la nueva asignatura obligatoria de formación ciudadana para los estudiantes de tercero y cuarto medio. En este grupo etario, nueve de cada diez jóvenes tiene cuenta en alguna red social (Estudio ‘Nuevas Tecnologías e Internet’ del INJUV, 2015) y dedican en promedio 3,5 horas al día interactuando en alguna plataforma de comunicación social (Estudio ‘Uso TICS y Escolares’, Tren Digital 2015).

Las redes sociales son utilizadas para muchos propósitos, uno de los cuales es la participación y el debate social. No obstante, el acceso y uso de estos medios no garantiza que la participación ciudadana sea de calidad. He aquí la importancia de contar con un espacio de formación cívica en el sistema educativo, en el que la preparación para contribuir e interactuar efectivamente en la vida cívica a través de los espacios virtuales, tenga una dedicación curricular específica y estrategias didácticas adecuadas.

¿Producir y compartir “Memes” es una forma de participación ciudadana?, ¿es justificable, en algún contexto, los comentarios agresivos (o “trolleos”) hacia algún personaje público?, ¿cómo responder a la agresividad verbal en una red social?, ¿cómo dialogar con personas diversas en un espacio virtual abierto?, ¿deben los personajes públicos utilizar las redes sociales para interactuar con los ciudadanos? y si es así ¿cómo deben hacerlo?, ¿cómo resguardar la privacidad y seguridad al momento de participar en redes sociales y en temas de gran audiencia e interés?

Cualquiera de estas y otras interrogantes similares podrían generar interesantes debates en las futuras clases de formación ciudadana. Lo más importante será la construcción de experiencias que puedan transformarse en laboratorios en condiciones de seguridad. Se trata de contar con espacios de aprendizaje, donde los jóvenes participen, argumenten, debatan, se documenten y expresen sus puntos de vista.

Estos laboratorios pueden iniciarse con debates internos, como aspectos del reglamento de convivencia o la conveniencia o no del uso de los celulares en la escuela. El siguiente paso será revisar críticamente la experiencia, detectando indicadores que garanticen la calidad de la participación de los diferentes involucrados. No hay que olvidar que el propósito es la formación ciudadana y no necesariamente el consenso o resolución de una determinada polémica.

La formación de ciudadanos digitales es un desafío para la nueva formación ciudadana. Debemos reconocer que para las nuevas generaciones, los espacios de interacción cívica son complejos y desafiantes, requieren ser valorados y evaluados en sus oportunidades y limitaciones. De eso se trata educar en el Siglo XXI.

Columna de opinión publicada en El Mostrador el 24 de Abril del 2016.

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