Ojo con los Textos Escolares

Los niños y niñas inician su aprendizaje a la lectura antes de llegar a la escuela. Pueden reconocer símbolos, sus nombres (algunos incluso pueden escribirlos), títulos de una revista, rótulos de productos comerciales o textos en un libro infantil. ¿Por qué pueden hacer esto? Porque están profundamente motivados por descubrir y reconocer el mundo que los rodea. Y mientras más estímulos encuentren en su entorno inmediato, más posibilidades tendrán de aprender a leer, incluso antes de entrar a su primera aula.

Pero en la escuela solemos desconocer estos aprendizajes previos, aún más, los descalificamos y le comunicamos a los estudiantes (y a sus padres y familiares) que no saben leer mientras no desarrollen habilidades más sofisticadas, relacionadas con la descodificación de las herramientas instrumentales y estandarizadas que hemos asociado al lenguaje.

Por esto, entre otras razones, las metodologías más recientes relacionadas con el aprendizaje del lenguaje y la escritura, proponen vincular directamente la realidad cotidiana de los estudiantes, con los textos que se revisan y producen en la sala de clases. Se trata de los “textos auténticos”. En el aula, estos recursos son interrogados (Jolibert, 1993) por los estudiantes para poder comprender su intencionalidad, identificar su estructura o aprender nuevo vocabulario, entre otras posibles actividades didácticas.

Este es el motivo por el que algunos textos escolares incorporan avisos publicitarios reales y dirigidos específicamente a la población infantil. Se encuentran insertos en estrategias didácticas de interrogación de textos y con el propósito de que los estudiantes puedan reconocer sus significados. La publicidad es analizada como un recurso o estilo de comunicación unidireccional e intencionado. Los estudiantes deben criticar el mensaje, detectar su sentido, analizar su consistencia con las imágenes, colores y símbolos utilizados. Se trata, básicamente, de comprender activa y críticamente un texto.

La polémica surgida, a partir de un artículo de prensa denunciando la inserción de avisos publicitarios en textos escolares, no ha considerado estos componentes pedagógicos y rápidamente se ha desplazado hacia el campo de los principios ideológicos sobre la sociedad del consumo y la supuesta perversa penetración del mercado en nuestro sistema escolar.

Creo que esa línea de debate es errada y nos hace perder la oportunidad de discutir el fondo del problema. El problema no es si los avisos publicitarios son reales o ficticios. El real debate se relaciona con el aprendizaje de nuestros estudiantes.

¿Son las actuales didácticas (ofertadas en los textos de estudio) las más adecuadas, para obtener mejores resultados en los niveles de comprensión lectora de nuestros estudiantes?

¿Están preparados nuestros profesores, para utilizar las metodologías propuestas en los textos de estudio?

Un debate, de estos alcances, requiere mirar con mayor profundidad el impacto que los textos escolares están teniendo en nuestras nuevas generaciones. Si bien existen algunos estudios puntuales y muestrales sobre los libros de estudio, es necesario realizar mediciones de uso y evaluaciones de impacto que permitan detectar oportunidades y falencias de este vital recurso de apoyo al aprendizaje.

Finalmente, si los involucrados e interesados en educación no logramos tener una buena comprensión de nuestra realidad escolar, ¿por qué vamos a esperar que esto suceda en nuestras aulas?

Post publicado en Blog de La Tercera y en El Quinto Poder.

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